La vida de nuestra Santa fue un milagro permanente de la gracia de  Dios, una luz en los caminos de España, una fuente de bendiciones para  quienes la conocían. Y era tanto su deseo de amar y hacer el bien que  por salvar las almas de los pecadores estaba dispuesta a sufrir lo que  Dios le pidiera. De ahí que su frase favorita era: 
 
                    O morir o padecer.
 
 (Vida 40, 20)

 
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